Sonetos.

4-4-3-3, verso endecasílabo o alejandrino, rima consonante A-B-B-A y una última línea que te deje sin aire.
El haiku de los occidentales, de nacimiento italiano pero definitivamente hispano, ejercido majestuosamente en el siglo de Oro, reflexionado por el modernismo, y resguardado por la generación del '35.
En una época en que todo aquello que venga en cajita debe ser sacado de molde, deformado, ironizado y parodiado hasta hartarlo y agotarlo en menos de 10 años, volver a leer sonetos puede parecer anticuado; incluso un adolescente que se acerque a esta especie puede despreciarlo por su rima "calamaresca" o "rapera" (esto me han dicho, pensando que la rima consonante nació de estos especímenes).

¿No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?

¿No cesará esta terca estalactita
de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón que muge y grita?

Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.

Esta obstinada piedra de mí brota
y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores.
Miguel Hernández, Poema N º 2, El rayo que no cesa.

Esto es sólo un preludio para justificar mi vergüenza por los sonetos de mi autoría, escritos a la vieja usanza, que leerán a continuación.

2 pálidas ideas:

Anónimo dijo...

Epa, Pablo...si mandás semejante cosa como preludio, te tendrás que esforzar bastante con tus sonetos. Maravilloso poema. A ver con qué te despachás.

Anónimo dijo...

Muy lindo. (Hernandez, qué poeta!).
Un beso Pablo.