Bienvenida desordenada como apuntes del viernes


Es difícil comenzar a escribir en un espacio tan saturado de palabras como lo es este espacio. Más aún si todavía no se tiene muy en claro los códigos que se manejan y, en definitiva, dictan quien leerá esto, o si sólo es un ejercicio de escritura para mí mismo, como en otra época, para otras personas, lo fue una servilleta de papel en un lugar público. Una especie de servilleta de bar que todos puedan leer, pero que es muy improbable que alguien, más allá de amistades (o enemistades para reírse), lea.
Descreo totalmente de la famosa sentencia "a través de Internet uno puede llegar a lugares impensados". Más aún cuando se está viviendo un vacío de curiosidad tan grande como en esta época. Un ejemplo es el tópico al que voy a dedicarme en este espacio: la música. Hablando con gente que se autodefinía como 'coleccionista' del género, me preguntaban sorprendido una vez como hice para llegar a los discos de Fela Anikulapo Kuti. Esa pregunta llegó a raíz de que, trabajando en un call center para EE.UU., pasé 45 minutos hablando de él con un nigeriano (nunca le solucioné su 'issue' con el VOIP). Y a estas personas (muchas de ellas 'dedicados' a la música), les contesté que fue muy fácil...no más de 3 clics, y ya tenía toda su discografía.
Pero tal vez aquello que a uno más lo intrigue es pensar como una persona llega, pone énfasis, piensa que puede crear, amar y dignificar un arte que apenas conoce: con más de 4000 discos, yo aún me considero un iniciado, mientras que otros, habiendo escuchado una sola banda (término odiable, pero en su caso no son más que eso), son admirados y hasta pueden darse el lujo de quemar un lugar. O sea, no pretendo que a través de un blog, que no pretende ser más que uno en un millón, se cree una nueva conciencia musical popular y culta, sino que aunque sea una persona entre en contacto y sepa que está a 3 clics de distancia de abrir puertas y ampliarse espiritualmente. Ufff, me salió mal, repleto de pretensiones y lugares comunes.

Tal vez los prólogos no sean muy útiles para este medio.

Tal vez deba comenzar a alimentarlos con discos y no opinar tanto, ese es el mecanismo acá.

Tal vez la peor y más rutinaria manera de prologar un blog sea argumentando lo difícil que es comenzar algo. Tarea por demás sencilla.

Quizás me haya terminado de convertir en un chico multimediático más que no puede vivir sin blog, fotolog, space y todo eso. O peor, quizás un espíritu de cormagnon me dicta al oído estas palabras mientras me explica una letra de Solari y me pide que le lleve el último de los Piojos que seguro vendió bien porque viene envuelto en gomina barata del abuelo.

Aquí estoy, entrando al matadero de las ideas, pero con un objetivo.


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