Allá por 1999, cuando asumió el poder la Alianza, recuerdo haber visto un recital festejando la vuelta de la seriedad a la casa Rosada que me provocó comentarle a mi hermano "El regreso de los muertos vivos. Andá sacando las remeras fluorescentes que volvieron los '80". A la distancia, en un momento en el cual creo que todo se nos ha ido de las manos a nivel moral más que político, me pregunto:
¿Qué sería de un artista en el poder? Porque nadie se debate si es correcto que economistas sean candidatos, si la carrera de abogacía es la habilitante para aspirar a cargos públicos y, peor aún, si es normal que empresarios se aboquen a sembrar pánico e incertidumbre queriendo acceder al poder. Si bien poder y arte son palabras que no se han llevado muy bien desde edades en que ésta última sólo se daba a partir de mecenas, hay numerosos ejemplos de hombres de artes que han intentado servir a su pueblo desde un lugar de compromiso público. Luego de años en que los medios mundiales les han lavado la cabeza a la gente para que piensen que la política sirve sólo para robar (los que ejercen ese arte han hecho mérito, cabe reconocerlo), hoy el ser humano medio vota a De Narvaez mientras ríe cuando ve a Schwarzenegger dando un discurso.
Sin contar a los EE.UU., cuna de los más impresentables candidatos de la historia (sostenidos por el aparato del partido, algo tan criticado acá y, sin embargo, sostenido sin cuestionamientos en el país admirado por los imbéciles de derecha locales), busquemos cuatro ejemplos de artistas devenidos en políticos:
I. Mario Vargas Llosa, Perú, 1990: De un hombre que ha sabido escribir las páginas más importantes del Perú -desde Francia- del boom -de ventas- latinoamericano, uno espera un cierto grado de coherencia. Cuando el pueblo peruano pedía ingresar al mundo, confeccionó loas a Cuba. Luego de declararse agnóstico, se alió a conservadores y cristianos. Vaticinó al pueblo un plan de austeridad total que atemorizó a las dos únicas clases existentes en el país, la alta y la baja. Perdió contra un desconocido Fujimori y se autoexilió en su querida Francia, perdiendo la nacionalidad y los cojones. Se dedicó a escribir sobre Madame Bovary y continuó con sus novelas intrascendentes.
Conclusión 1: La mayoría de los artistas no saben enunciar lo que el pueblo quiere escuchar y adolescen al labrar alianzas, que sería el 75% del ars política.
II. Rubén Blades, Panamá, 1994 y 1999: Junto con Chabuca Granda, son los dos únicos artistas de la América hispanoparlante que han sabido congeniar lírica de protesta con música interesante -sepan disculpar, pero no creo que lleguen a su nivel ni Víctor Jara ni Silvio Rodríguez, perdón, no me entran-. Pero a nivel político, las claras ideas anti-dictadura, anti-imperialistas de Blades se esfumaron. Puede llamar la atención de los poco informados acerca de ese país que sólo conocen a Rubén y a Mano de Piedra Durán, y deducen que el compositor del himno nacional, al presentarse en dos elecciones, arrasaría. Un tibio 20% no le alcanzó para llegar a la presidencia como a Néstor, sino que lo ubicó en tercer lugar entre decenas de candidatos. Pero viene lo peor: luego de años de duras críticas a las dictaduras de Torrijos y Noriega, hoy Rubén es Ministro de Turismo (¡como lo fue el Dani!) de Martín Torrijos. Sí, sí, el hijo del dictador.
Conclusión 2: Si se dice que a los políticos hay que juzgarlos por lo que hacen y no por lo que dicen, a los artistas -según los artistas- hay que apreciarlos por lo que dicen, y no por lo que hacen.
III- Fernando Solanas, Argentina, 2007: Autor de quizá dos de las mejores obras del cine argentino -La hora de los hornos y Los hijos de Fierro-, comenzó su carrera en publicidad, y fue el primer hombre en abordar el tema de la reforma de la ley de Medios de la que hoy tanto se habla. Siempre desde un lugar marginal a los grandes grupos de concentración de poder, sus propuestas fueron indefectiblemente rechazadas en el seno del Frente Grande -la inclusión de Jaime de Nevares es un ejemplo-, hasta que finalmente fue invitado a retirarse junto con la franja izquierdosa del moviemiento ante un volantazo a la derecha, próximo a las elecciones de 1995. Su piso y techo de adhesión nunca ha llegado ni superado el 10%. Hoy, de tozudo nomás, se para frente a un Gobierno que está aplicando muchas de las medidas que, a principios de la década pasada, el pregonó.
Conclusión 3: El artista íntegro no sabe darse cuenta de que a la gente no le interesa la integridad más que en teoría. Cualquier argentino, en un hotel, se roba los jabones. El artista íntegro es como un político poco íntegro: no da el brazo a torcer ante el rival, aún cuando éste le dé la razón.IV- Vaclav Havel, Checoeslovaquia y Rep. Checa, 1989-2003: Un hombre de letras del montón, partícipe de la Primavera de Praga del '69 e impulsor de la Revolución de Terciopelo del '89 -los checos sí que saben intitular sus revueltas-, Havel estuvo durante más de una década preso por la dictadura comunista de su país, para llegar a la presidencia de Checoeslovaquia en 1989 y renunciar en 1993, tras ver frustrado su sueño de mantener dos culturas hermanas unidas en una nación. Sin rendirse, fue el primer presidente de la República Checa en 1993, y mantuvo su cargo 10 años.
Como me decía una profesora especializada en el tema, si en aquellos años uno se cruzaba con un checo y le preguntaba como andaba el país, la respuesta por defecto sería "económicamente mal, socialmente perfecto". Amigo de Lou Reed, fanático de Frank Zappa, cristiano de diálogo, tuvo relaciones espirituales con los EE.UU. en el momento en que nosotros las carna-valizábamos, y recién luego de varios años, vió realizado su sueño de expandir la Unión Europea hacia el Este, para servir a quienes más necesitaban refugiarse en su seguridad. Se plantó en Harvard a decirles a los Norteamericanos como olvidamos que no somos Dios.
Motivó juicios morales comunismo, no sólo juicios penales. Hoy, en nuestro país, vemos como a pesar de encarcelar a todas las FF.AA. actantes durante la dictadura, una gran parte del pueblo aún seguirá ponderando sus crímenes.
Tomemos dos citas de un jefe de Estado desconocido en este lado del mundo, alguien que estuvo muy lejos de ser un gran Presidente, pero que luego de tres intentos fallidos en mi búsqueda, puede ser un mínimo hallazgo.
Sobre el comunismo:
“Mis queridos amigos ciudadanos: durante cuarenta años, ustedes han escuchado de quienes me han precedido en este día diferentes variaciones de un mismo tema: cómo ha florecido nuestro país, cuántas millones de toneladas de acero hemos producido, qué tan felices somos, qué tanto confiamos en nuestro gobierno, y qué brillantes perspectivas nos esperan.(...) Vivimos en un medio ambiente moral contaminado. Estamos moralmente enfermos porque nos hemos acostumbrado a decir una cosa y pensar otra. Hemos aprendido a no creer en nada, a ignorarnos mutuamente y a pensar sólo en nosotros mismos. Nociones tales como amor, amistad, compasión, humildad o perdón han perdido su profundidad y sus dimensiones (...) El régimen anterior redujo al hombre a ser un medio de producción y la naturaleza a ser una herramienta de producción. Así, fue atacada tanto su esencia como sus relaciones mutuas. El régimen redujo personas dotadas y autónomas a ser simples tuercas y pernos de una máquina monstruosa y grande, ruidosa y apestosa.”
Discurso de año nuevo de 1990 a Checos y Eslovacos.
Sobre el mundo posmoderno:
"Hoy, la única esperanza verdadera de la gente es la renovación de nuestra certeza de que nos encontramos enraizados en la tierra y, al mismo tiempo, en el cosmos. Ser conciente de esto nos dota con la capacidad de la trascendencia personal. Políticos y foros internacionales pueden reiterar miles de veces que la base del Nuevo Orden Mundial debe ser el respeto universal a los derechos humanos, pero eso no significa nada en tanto ese imperativo no derive del respeto al milagro del Ser, el milagro del universo, el milagro de la naturaleza, en fin, el milagro de nuestra propia existencia."
The need for trascendence in the postmodern world.
Conclusión IV: El artista tiene el don de darse cuenta de que no todo en política se refiere a estar económicamente ordenado, sino humanamente en paz, un contrato moral que no se sella en reportajes con Majul ni en medio de conflictos que ponen en peligro a la democracia.
Un artista no puede vivir en otro sistema que no sea la democracia. Y en estos tiempos es una verdadera lástima que los artistas no tengan el cerebro ni el espacio para informar a las masas acerca de lo que está sucediendo. Desde hace un año, en nuestro país hay un modelo democrático que se apoya en 26 años de democracia, y otro anti-democrático que se basa en más de media historia de dictaduras y una década de neoliberalismo. Sería bueno tener un artista que sea capaz de discernir y decir esto, y que su mensaje llegue al pueblo. Lamentablemente, no lo hay.
Queda Escrito.
¿La cultura es la sonrisa o la mueca triste de Pagliacci?
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